sábado, 5 de noviembre de 2011

Sensibilidad e inteligencia

Mi amigo Pedro, DJ en la discoteca Green's en Talavera durante los 80, ha tenido muchas ocupaciones. Es un adiestrado y me deslumbra más por su faceta sicológica que por otras. Una mente perfectamente amueblada, que me comentó en cierta ocasión que la unión de sensibilidad e inteligencia conduce a la tristeza. Tiene toda la razón.
Pedro argumentaba que se puede ser sensible, pero si a eso le sumas la inteligencia la infelicidad llama a tu puerta. Porque a la debilidad que implica el ser sensible se suma la constatación de que la inteligencia te lo demuestra. Porque la suma de ambas nos provoca una ecuación de sentimientos difícil de resolver. Porque cuando el corazón nos duele, aunque en realidad lo que nos duele es el recuerdo o lo actual, somos conscientes de lo que nos está ocurriendo. Y eso no es malo. Es peor.
La Humanidad a lo largo de su existencia ha propagado la sensibilidad a través del arte u otras materias, basándose en su inteligencia. Hemos creado una pócima explosiva para el alma, cuyo resultado es el sufrimiento. Algunos nos habituamos a ello, otros no.
En cualquier caso, me quedo con Poe, mi maestro maldito, cuya sensibilidad e inteligencia eran tales que hicieron de su existencia un suplicio.
Allá donde estés, Edgar, no te culpes. Los genes son así.

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