jueves, 16 de junio de 2011

Indignación e indigencia

Repaso el blog, sus entradas y creo que se ha creado un movimiento singular, aunque, por supuesto, no tanto como el 15-M. Os invito a opinar sobre todo este lío de los 'indignados' y el '15-M' que tanto está dando que hablar. De verdad os lo pido. Lo último que se puede hacer en este mundo es enrocarse en el mundo de la opinión y creer que uno está siempre en posesión de la verdad.
De ahí que este confuso y convulso movimiento me haya dado mucho que pensar. Cuando el otro día ví en TV las imágenes de diputados regionales saltando por encima de los coches de policía para evitar a los 'indignados' pensé que habíamos retrocedido en el tiempo. O avanzado demasiado.
No me puedo creer que hayamos tardado tanto en lograr un sistema más o menos estable para que lo intenten reventar unos pocos.
A ver, pensemos. ¿Cuántas personas se manifiestan en nombre de los 'indignados' o acuden a 'reventar' los actos de toma de posesión de los cargos recientemente elegidos? ¿El 0,1 % de la población? ¿El 0,7 % de los mayores de 16 años? Que trabajen los sociólogos y los matemáticos.
Cuando escribí mi columna 'Indignidad indignada' en La Voz del Tajo, lo hice desde el sentimiento irónico del que asiste a una pantomima. Como si yo me hiciera pasar por médico en una película de los Hermanos Marx. (Tranquis, no de los Hermanos Marxistas). El galeno que hace falta ahora es uno de excelente formación, buenas ideas y que nos inspire confianza.
Pero si dejamos el destino de todo un país en manos de jóvenes estudiantes de Medicina inexpertos no te digo la que se puede liar.
Podemos pasar directamente de la indignación a la indigencia.
Y eso, aunque suene muy parecido, es muy grave.
Aunque para algunos, por desgracia, actualmente es lo mismo.
Pero hay muchas formas de expresarlo sin romper nuestro valioso estado democrático.

lunes, 6 de junio de 2011

Vender la moto

Me resulta curioso, como si fuera una hernia de hiato, la recurrencia que encuentro en el tema de los Maristas. El pasado lunes 06 de junio me encontraba con Antonio Merino, un filósofo, un señor, una buena persona, un hombre que ha aprendido a observar la vida como se debe hacer, con dignidad, saber estar, tolerancia y enseñando.
El otro día, me dijo, había asistido a una celebración de antiguos alumnos de mi antiguo colegio. Le interpelé sobre si había oído 'algo de lo mío' y me afirmó que sí. Me sigue resultando curioso.
Tal vez, Merino no cuadraba en el esquema de dicho centro, por algo me comentó que llevaba 30 años ya metido en la UNED.
Pero al igual que cargo contra algunos impresentables, descargo contra quienes fueron excelentes docentes, agudos intérpretes de la enseñanza y precursores de lo que son las formas de enseñar actuales.
No entiendo el revuelo. No entiendo la polémica. Con gente así, da gusto. Él fue quién en 2º de B.U.P. nos abrió los ojos sobre el trasfondo del 23-F de Tejero. Un auténtico monstruo de la palabra. En el buen sentido.
Ahora que repaso todas las opiniones contrapuestas a mi testimonio, me doy más cuenta aún de lo que valía y vale Antonio Merino.
Aunque, como siempre habrá quien diga que escribo tonterías, esto va para vosotros: ¡¡Ojalá hubiera sido aleccionado por gente así!!
Pero qué voy a decir de un sabio, que sin darse ni la más mínima importancia, vale diez veces más de lo que aparenta.
A ver si aprendéis, malqueridos defensores del maltrato. Y me dejáis en paz de venderme vuestra lubricada, preciosa, flamante e ilustre moto marista.