lunes, 6 de junio de 2011

Vender la moto

Me resulta curioso, como si fuera una hernia de hiato, la recurrencia que encuentro en el tema de los Maristas. El pasado lunes 06 de junio me encontraba con Antonio Merino, un filósofo, un señor, una buena persona, un hombre que ha aprendido a observar la vida como se debe hacer, con dignidad, saber estar, tolerancia y enseñando.
El otro día, me dijo, había asistido a una celebración de antiguos alumnos de mi antiguo colegio. Le interpelé sobre si había oído 'algo de lo mío' y me afirmó que sí. Me sigue resultando curioso.
Tal vez, Merino no cuadraba en el esquema de dicho centro, por algo me comentó que llevaba 30 años ya metido en la UNED.
Pero al igual que cargo contra algunos impresentables, descargo contra quienes fueron excelentes docentes, agudos intérpretes de la enseñanza y precursores de lo que son las formas de enseñar actuales.
No entiendo el revuelo. No entiendo la polémica. Con gente así, da gusto. Él fue quién en 2º de B.U.P. nos abrió los ojos sobre el trasfondo del 23-F de Tejero. Un auténtico monstruo de la palabra. En el buen sentido.
Ahora que repaso todas las opiniones contrapuestas a mi testimonio, me doy más cuenta aún de lo que valía y vale Antonio Merino.
Aunque, como siempre habrá quien diga que escribo tonterías, esto va para vosotros: ¡¡Ojalá hubiera sido aleccionado por gente así!!
Pero qué voy a decir de un sabio, que sin darse ni la más mínima importancia, vale diez veces más de lo que aparenta.
A ver si aprendéis, malqueridos defensores del maltrato. Y me dejáis en paz de venderme vuestra lubricada, preciosa, flamante e ilustre moto marista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario